LA SOCIEDAD Y LOS DISCAPACITADOS
Ese mundo creado para nuestra mente, para controlarnos de manera que sutilmente, vamos entrando en roles, en dogmas, en grupos o ideas sectarias, en presiones sociales inculcadas desde altas esferas, gobernantes, empresas, etc, y como no, un estado de “ruido blanco” para nuestra mente, en la que se nos hace casi imposible o muy difícil que reflexionemos, que seamos objetivos o críticos con lo que sucede a nuestro alrededor diariamente.
Olvidamos lo que nos rodea, apenas, tomamos atención sobre las personas que conviven a nuestro alrededor, y nos aislamos de manera sistemática en nuestros mundos personales, que no son otra cosa que mundos artificiales.
Y en ese olvido, hay muchos sectores o grupos sociales, personas que de manera sistemática, son arrastrados de manera voraz, todo lo que no vaya en su corriente, se convierte en algo marginal, incluso rechazado socialmente, por esos absurdos estereotipos sociales.
Muchas son las personas que se sienten marginadas o no son felices, porque quizás no cumplen esos dogmas que la sociedad impone, un cuerpo perfecto, una forma de vestir, sentir, etc. Cualquier mínimo problema o defecto físico o mental se puede convertir en un rechazo social de tal magnitud que a veces esa frialdad se puede sentir.
Es algo que nos acompaña prácticamente desde que nacemos, porque de alguna manera, los niños ya están siendo “programados” por su entorno, y esa sociedad que les inculca o les enseña que solo se valore la perfección, lo bonito o la belleza, sin tener en cuenta el interior o el corazón, los sentimientos de las personas, y como digo, es triste, porque precisamente esos niños, como dije en otro escrito hace tiempo, “son la sociedad del futuro”.
De ahí surgen problemas o enfermedades sociales que afectan a muchísima gente y que como si fuese un tabú, nadie quiere ver o nadie quiere comprender. Anorexia, Bulimia, problemas sicológicos, depresión, complejos, son parte de muchos de esos problemas.
Hoy, quiero hablar de seres humanos, de personas que también existen, están ahí junto a nosotros, y que son reales, pero que normalmente parecemos olvidar y que hipócritamente llegamos a marginar en muchos casos.
Las personas discapacitadas, minusválidos, enfermos mentales, etc son seres humanos, y como nosotros, deben y tienen los mismo derechos que todos nosotros, al menos legalmente, pero la realidad es que eso no es del todo así, en el sentido de que esta sociedad hace que a veces ellos no tengan esos derechos. No pretendo decir que la gente en general no sea sensible con estas personas, pero si hay un olvido sutil, y un rechazo sutil, al igual que ocurre con otros grupos de personas.
¿Cuántas veces hemos visto una plaza de garaje reservada para minusválidos ocupada por otra persona? ¿Cuántas veces hemos visto aparcado un coche justo en un paso cebra impidiendo el paso a las personas con discapacidad – silla de ruedas, etc?
Curiosamente, a veces la sociedad mira a estas personas como seres diferentes, como de otra galaxia sin darse cuenta que quizás ellos mismos, en cualquier momento, por un accidente pueden llegar a la misma situación.
Mucha culpa de esta marginación también la han tenido hasta hace muy poco los organismos oficiales, políticos, empresas, por su poca o escasa concienciación sobre el tema, y solo desde hace unos pocos años atrás, las cosas empezaron a cambiar, empezando a trabajar para que la vida de estas personas sea más fácil y cómoda, mejorando los accesos a edificios, transportes, ayudas sociales, etc.
Y a pesar de todo, hoy en día, resulta difícil encontrar un autobús urbano (según algunas ciudades) que no están adaptados para personas con movilidad reducida, e incluso aquellos que están preparados, ponen pegas para su uso.
Ocurre lo mismo con las empresas que apenas ofrecen puestos de trabajo para estas personas, y las que lo hacen, al contrario de crearles una ayuda y mejora en muchos casos, se les explota. Esto llega a ocurrir incluso en empresas que bajo la cara de la solidaridad, contratan en muchos casos a sus trabajadores con este tipo de problemas, pero bajo el manto, existe también un abuso y explotación de derechos, que al final se pueden reflejar en salarios ridículos, para el tipo de trabajo que están realizando.
Por supuesto, no todo el mundo es igual, y hay gente humana y solidaria, empresarios con buena fe que ayudan y hacen que esas personas puedan tener una vida lo más normal posible.
Siempre he pensado que todos esos problemas desde el más pequeño al más grande, son pruebas que de alguna manera tenemos que superar, aprender de ellas, ser conscientes y poder comprenderlas, tanto las personas que están afectadas, como las personas que conviven con estas, todos tienen su aprendizaje.
Desde estas líneas, mi llamada de atención, a que seamos conscientes de este colectivo, de su respeto y comprensión, todos somos humanos, todos tenemos corazón.
Mañana, cuando te levantes, tomate un minuto,
date las gracias y valora lo que tienes.
Agradece, poder mirar por la ventana y contemplar el amanecer.
Agradece, poder levantarte y caminar, saltar, correr.
Agradece, poder escuchar el canto de los pájaros, o los truenos de la tormenta.
Agradece sentir con tus manos, y poder coger, poder acariciar, poder abrazar.
Agradece, se feliz, y se solidario con aquellos que no pueden hacer todas esas cosas.
Ese mundo creado para nuestra mente, para controlarnos de manera que sutilmente, vamos entrando en roles, en dogmas, en grupos o ideas sectarias, en presiones sociales inculcadas desde altas esferas, gobernantes, empresas, etc, y como no, un estado de “ruido blanco” para nuestra mente, en la que se nos hace casi imposible o muy difícil que reflexionemos, que seamos objetivos o críticos con lo que sucede a nuestro alrededor diariamente.
Olvidamos lo que nos rodea, apenas, tomamos atención sobre las personas que conviven a nuestro alrededor, y nos aislamos de manera sistemática en nuestros mundos personales, que no son otra cosa que mundos artificiales.
Y en ese olvido, hay muchos sectores o grupos sociales, personas que de manera sistemática, son arrastrados de manera voraz, todo lo que no vaya en su corriente, se convierte en algo marginal, incluso rechazado socialmente, por esos absurdos estereotipos sociales.
Muchas son las personas que se sienten marginadas o no son felices, porque quizás no cumplen esos dogmas que la sociedad impone, un cuerpo perfecto, una forma de vestir, sentir, etc. Cualquier mínimo problema o defecto físico o mental se puede convertir en un rechazo social de tal magnitud que a veces esa frialdad se puede sentir.
Es algo que nos acompaña prácticamente desde que nacemos, porque de alguna manera, los niños ya están siendo “programados” por su entorno, y esa sociedad que les inculca o les enseña que solo se valore la perfección, lo bonito o la belleza, sin tener en cuenta el interior o el corazón, los sentimientos de las personas, y como digo, es triste, porque precisamente esos niños, como dije en otro escrito hace tiempo, “son la sociedad del futuro”.
De ahí surgen problemas o enfermedades sociales que afectan a muchísima gente y que como si fuese un tabú, nadie quiere ver o nadie quiere comprender. Anorexia, Bulimia, problemas sicológicos, depresión, complejos, son parte de muchos de esos problemas.
Hoy, quiero hablar de seres humanos, de personas que también existen, están ahí junto a nosotros, y que son reales, pero que normalmente parecemos olvidar y que hipócritamente llegamos a marginar en muchos casos.
Las personas discapacitadas, minusválidos, enfermos mentales, etc son seres humanos, y como nosotros, deben y tienen los mismo derechos que todos nosotros, al menos legalmente, pero la realidad es que eso no es del todo así, en el sentido de que esta sociedad hace que a veces ellos no tengan esos derechos. No pretendo decir que la gente en general no sea sensible con estas personas, pero si hay un olvido sutil, y un rechazo sutil, al igual que ocurre con otros grupos de personas.
¿Cuántas veces hemos visto una plaza de garaje reservada para minusválidos ocupada por otra persona? ¿Cuántas veces hemos visto aparcado un coche justo en un paso cebra impidiendo el paso a las personas con discapacidad – silla de ruedas, etc?
Curiosamente, a veces la sociedad mira a estas personas como seres diferentes, como de otra galaxia sin darse cuenta que quizás ellos mismos, en cualquier momento, por un accidente pueden llegar a la misma situación.
Mucha culpa de esta marginación también la han tenido hasta hace muy poco los organismos oficiales, políticos, empresas, por su poca o escasa concienciación sobre el tema, y solo desde hace unos pocos años atrás, las cosas empezaron a cambiar, empezando a trabajar para que la vida de estas personas sea más fácil y cómoda, mejorando los accesos a edificios, transportes, ayudas sociales, etc.
Y a pesar de todo, hoy en día, resulta difícil encontrar un autobús urbano (según algunas ciudades) que no están adaptados para personas con movilidad reducida, e incluso aquellos que están preparados, ponen pegas para su uso.
Ocurre lo mismo con las empresas que apenas ofrecen puestos de trabajo para estas personas, y las que lo hacen, al contrario de crearles una ayuda y mejora en muchos casos, se les explota. Esto llega a ocurrir incluso en empresas que bajo la cara de la solidaridad, contratan en muchos casos a sus trabajadores con este tipo de problemas, pero bajo el manto, existe también un abuso y explotación de derechos, que al final se pueden reflejar en salarios ridículos, para el tipo de trabajo que están realizando.
Por supuesto, no todo el mundo es igual, y hay gente humana y solidaria, empresarios con buena fe que ayudan y hacen que esas personas puedan tener una vida lo más normal posible.
Siempre he pensado que todos esos problemas desde el más pequeño al más grande, son pruebas que de alguna manera tenemos que superar, aprender de ellas, ser conscientes y poder comprenderlas, tanto las personas que están afectadas, como las personas que conviven con estas, todos tienen su aprendizaje.
Desde estas líneas, mi llamada de atención, a que seamos conscientes de este colectivo, de su respeto y comprensión, todos somos humanos, todos tenemos corazón.
Mañana, cuando te levantes, tomate un minuto,
date las gracias y valora lo que tienes.
Agradece, poder mirar por la ventana y contemplar el amanecer.
Agradece, poder levantarte y caminar, saltar, correr.
Agradece, poder escuchar el canto de los pájaros, o los truenos de la tormenta.
Agradece sentir con tus manos, y poder coger, poder acariciar, poder abrazar.
Agradece, se feliz, y se solidario con aquellos que no pueden hacer todas esas cosas.